lunes, 16 de mayo de 2011

Date permiso de vivir sin etiquetar tus vivencias.


Quiero compartir contigo el relato de un libro que hace unos años  compre a mis sobrinas y provocó en mi un cambio de paradigma, sobre como calificaba o etiquetaba los acontecimientos de mi vida. Deseo en verdad que esto te permita por lo menos cuestionar las etiquetas o calificativos que le pones hoy en día a tus experiencias.
Del Libro “La suerte de Ozu”  de Claudia Rueda, del Fondo de Cultura Económica.
“Hace muchos años, en tiempo de guerra, un buen hombre y su hijo vivían en una granja. La gente del pueblo los consideraba ticos porque tenían un caballo. Una mañana al entrar en el establo OZU, el hijo, encontrón que su caballo había escapado. Corrió hacia donde estaba su padre. Le contó lo que había visto y le dijo que era lo peor que les había pasado. Al día siguiente, cuando Ozu limpiaba el establo escuchó unos caballos galopando a lo lejos. Salió a mirar qué pasaba y se encontró con que su caballo volvía a la granja acompañado de una manada de potros salvajes. Al ver esto, Ozu corrió hacia la casa gritando: -¡Nuestro caballo ha vuelto y nos ha traído una manada de potros! ¡Esto es lo mejor que nos ha pasado! Su padre, muy sabio, le contestó:-¿Estás seguro? ¿Cómo lo puedes saber?
Esa misma tarde, Ozu quiso domar a uno de sus nuevos potros. En cuanto el caballo sintió el peso sobre su lomo, empezó a saltar sin control y Ozu cayó al suelo, rompiéndose un brazo. Ya en su cama, adolorido, le dijo a su padre que la llegada de los potros eran lo peor que le había pasado. Nuevamente, su padre volvió a preguntarle:-¿Estás seguro?¿Cómo lo puedes saber?
A la mañana siguiente, el padre y su hijo se despertaron al oír unos fuertes golpes en la puerta de la casa. Eran unos soldados que venían a reclutar a Ozu para el ejército. El padre llevó a los soldados al dormitorio de su hijo y les dijo que podían llevárselo. El capitán lo miró detenidamente y comentó muy serio: - Así no nos sirve –y salió de la casa seguido por los otros soldados. Ozu, aliviado, le dijo a su padre: -¡Que suerte he tenido! Pero su padre, muy sabio, le contestó una vez más: -¿Estás seguro?¿Cómo lo puedes saber?
Espero que en esta semana cuando suceda algo inesperado en tu vida en vez de calificarlo de “terrible”, “malo”, “excelente”, “bueno”, pregúntate ¿cómo lo puedes saber? y date permiso de simplemente de  vivir la experiencia y esperar que la vida te sorprenda.
Muchas gracias. 
 

1 comentario:

Unknown dijo...

Estimado Gabriel,el cuento budista lo pondría en el contexto de el proyecto de vida,en un espacio temporal, pues no es lo mismo a los 20 años que 40, agregaría que un factor determinante es la actitud y madurez emocional para influir y transformar los acontecimientos externos para conseguir la meta propuesta, pero, siempre está el imponderable, que eventos se pueden cambiar y cuáles no....eso le corresponde a cada uno de nosotros,se ha escrito tanto sobre el pensamiento positivo, que le llamo "felicilandia", no basta pensar así, es más que eso, es la certeza de que hay una energía que le llamo el SER, el INFINITO, y que de acuerdo ami inconciente colectivo, a los arqurtipos de C:G:J, somos llevados por esa corriente para obtener éxito, dinero, prestigio, posición y solo el que conecta con la parte ESPIRITUAL, como los grandes filántropos norteamericanos o ingleses, llegan a VIVIR sin etiquetas, sea pues este el paradigma de SER y no parecer, un abrazo y te invito a mi dinámica este sábado 21 de mayo para ir a la ermita del silencio para despedir a las que han ido a la luz, por el cáncer, irá un grupo de 14 mujeres de ca de mama RETO del HGM para realizar ejrcicios espirituales de acuerdo a sus creencias, TOLERANCIA es la norma, cita en la presidencia de amecameca a las 8.30 am, nos acompañará Alejandro Serna, un sobreviviente del cáncer , guía de montaña y conferencista.

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